Para que los conozcas mejor, los hemos agrupado en tres grandes familias según su ingrediente activo y te explicamos a grandes rasgos sus ventajas y desventajas, así como las contraindicaciones. Estos tres grupos son:
A continuación te presentamos sus características principales que te ayudarán a decidir cuál te conviene más según tu estado de salud:
Aspirina
La aspirina funciona evitando que se libere una sustancia llamada prostaglandina y lo hace de dos formas. Lo que sucede es que las células que responden al dolor o que están dañadas producen una enzima llamada ciclooxigenasa-2 que, a su vez, produce la prostaglandina. La prostaglandina le avisa al cerebro en dónde te duele. El área afectada en donde se produce la prostaglandina también reacciona inflamándose. Lo que hace la aspirina es que actúa en la ciclooxigenasa-2, se le pega y evita que produzca la porstaglandina. De esta forma previene o disminuye la inflamación y reduce, evita o hace que desaparezca el dolor. Otro efecto de la aspirina es que evita que se acumulen y se depositen las plaquetas (unas células que tenemos en la sangre) en el interior de los vasos sanguíneos bloqueando un compuesto llamado tromboxano. Las plaquetas se necesitan para la coagulación pero cuando se acumulan dentro de los vasos pueden formar coágulos. Y, finalmente, a través de unas sustancias que se llaman interleukinas o interleucinas que actúa en el hipotálamo (un área del cerebro que controla la temperatura del cuerpo) para ayudar a bajar la fiebre.
Se usa para:
- Aliviar los dolores de cabeza, musculares, de artritis, etc.
- Bajar la fiebre
- Reducir la inflamación.
- Disminuir el riesgo de accidentes cerebro vasculares y ataques cardiacos al reducir las posibilidades de que las plaquetas de la sangre forman coágulos
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